lunes, 5 de noviembre de 2018

Visión del cielo y el infierno


Visión del paraíso y el infierno



Hola, gracias por visitar mi blog y leer este artículo, está hecho con mucho cariño para todos los hijos de Dios.

Voy a empezar diciendo, que lo que voy a relatar, es una visión que tuve, mientras estaba despierta, pues tengo el don de visión, por lo que Cristo me escogió y los escogió a todos ustedes para que recibieran este mensaje; Cristo me comentó sobre su preocupación referente a lo que el ser humano entiende por paraíso e infierno y me lo hizo vivir en visión carnal y espiritual, para que todos sepan cómo se siente estar ahí y sepan que hay en ese lugar, pues hay miles de versiones, pero no todas son ciertas, por lo que me hizo vivir por un lapso corto de tiempo, lo que se ve y hay en ese lugar.

Me explicó, que primero iríamos a ver el infierno y luego vería el paraíso, me dio algo de miedo y también de felicidad porque vería el paraíso, pero me motivó que Cristo me dijo que me mostraba esto por amor a todos sus hijos.

Cristo me explicó, el porqué hay un infierno y un paraíso, el cual describiré a continuación.
Cuando los hijos de Dios solo tenían el conocimiento del bien, solo era necesaria la existencia de un paraíso, pero al Dios darnos el conocimiento del mal, hubo la necesidad de la existencia del infierno, pues cada conocimiento tiene su casa, el bien tiene el paraíso y el mal tiene el infierno y ambos le pertenecen a Dios, por lo que son parte de Dios, pues son suyos, al tener los hijos de Dios los dos conocimientos juntos, no lo soportaron y se rebelaron, por lo que se hacían daño a sí mismos y entre ellos; por lo que Dios decidió separar el bien del mal en el conocimiento de sus hijos y darles una elección propia, con cual vida seguir, si la que da el bien o la que da el mal; por eso nosotros tenemos libre albedrío, para poder elegir qué vida eterna es la que queremos vivir.

Me explicó que la vida del bien, es la vida del rey, la vida en la que eres creador lleno de amor, donde todo lo que es tuyo lo cuidas y le das mantenimiento, donde tienes un reino y donde a ti no te alaban las criaturas, sino que te tienen respeto y amor, donde la compañía de los otros hermanos es visible cuando lo deseamos, donde tenemos alimento que nos sirven los árboles y ríos, también todo alimento que nuestra mente nos haga desear, donde el amor de Dios está presente en todo momento, donde podemos hablar con Él, pedirle su cariño y recibirlo, ya que tendríamos acceso ilimitado a Dios.

El paraíso es la explicación que les dio Cristo a los apóstoles en la última cena, cuando les lavó los pies y les sirvió la comida.

Lc 22:24-30 (NBJ)
(Lc 22:24 [NBJ])
Entre ellos hubo también un altercado sobre quién de ellos parecía ser el mayor.

(Lc 22:25 [NBJ])
Él les dijo: "Los reyes de las naciones las dominan como señores absolutos y los que ejercen el poder sobre ellas se hacen llamar bienhechores;

(Lc 22:26 [NBJ])
pero no así vosotros, sino que el mayor entre vosotros sea como el más joven y el que gobierna como el que sirve.

(Lc 22:27 [NBJ])
Porque, ¿quién es mayor, el que está a la mesa o el que sirve? ¿No es el que está a la mesa? Pues yo estoy en medio de vosotros como el que sirve.

(Lc 22:28 [NBJ])
"Vosotros sois los que habéis perseverado conmigo en mis pruebas;

(Lc 22:29 [NBJ])
yo, por mi parte, dispongo un Reino para vosotros, como mi Padre lo dispuso para mí,

(Lc 22:30 [NBJ])
para que comáis y bebáis a mi mesa en mi Reino y os sentéis sobre tronos para juzgar a las doce tribus de Israel.

Pues como explica Cristo, solo el dueño del banquete puede servir el alimento y como somos buenos, todo nos pertenece en el paraíso y podemos servir de lo que hay en el paraíso a los  hermanos amigos, animales y plantas, pues todo lo que hay en el paraíso tiene vida y nos pertenece, porque Dios nos lo ha regalado como reino.

Pero también, me explicó lo más doloroso y a lo que le tenemos miedo, que es el infierno. En el infierno, cuna de todo lo que produce el mal, también hay un reino prometido para los que vayan allí, donde sirven lo que les pertenece y lo que les pertenece es el cuerpo eterno, por lo que irán a servir a todo lo que está en ese sitio, pues serán como el que se sienta a la mesa para que le sirvan, donde está ahí sentado sin hacer nada, por lo que Cristo en su palabra dice.

 Lc 13:23-30 (NBJ)
(Lc 13:23 [NBJ])
Uno le dijo: "Señor, ¿son pocos los que se salvan?" Él les dijo:

(Lc 13:24 [NBJ])
"Luchad por entrar por la puerta estrecha, porque, os digo, muchos pretenderán entrar y no podrán.

(Lc 13:25 [NBJ])
"Cuando el dueño de la casa se levante y cierre la puerta, os pondréis los que estéis fuera a llamar a la puerta, diciendo: "¡Señor, ábrenos!" Y os responderá: "No sé de dónde sois."

(Lc 13:26 [NBJ])
Entonces empezaréis a decir: "Hemos comido y bebido contigo y has enseñado en nuestras plazas".

(Lc 13:27 [NBJ])
Pero os volverá a decir: "No sé de dónde sois. ¡Retiraos de mí, todos los malhechores!"

(Lc 13:28 [NBJ])
"Allí será el llanto y el rechinar de dientes, cuando veáis a Abrahán, Isaac y Jacob y a todos los profetas en el Reino de Dios, mientras a vosotros os echan fuera.

(Lc 13:29 [NBJ])
Y vendrán de oriente y occidente, del norte y del sur, y se pondrán a la mesa en el Reino de Dios.

(Lc 13:30 [NBJ])
"Pues hay últimos que serán primeros y hay primeros que serán últimos."


Por lo que los animales, las plantas y los insectos en este mundo, están a nuestro servicio, en el infierno los humanos que vayan ahí, serán los que den ese servicio.

En el infierno solo existe el mal, pues los miedos, las enfermedades, dolor, entre otros, será lo que esté ahí, pues todo lo que existe en este mundo tiene vida y cuando se termina su existencia terrenal, tiene que ir a algún lado y ese lugar es el infierno, pues ahí pertenece el mal.

Dios no les da su sabiduría al que está en el infierno ni su presencia total, pues Dios es luz y ahí solo hay oscuridad.

Las personas en esta tierra, van espiritualmente por dos caminos, el camino del bien y el camino del mal; los dos caminos dan consecuencias, una buena y la otra mala, por lo que si se va por el camino del bien, el mal tienta para que la persona elija pasarse de camino, pero como las personas tienen la opción que nos dio Cristo, el cual es el arrepentimiento, se pueden arrepentir y cambiar de camino, por lo que estarán en ese vaivén, mientras llegan  al final de su camino, que será el final de su vida en la Tierra. Mientras estén en el camino del bien, recibirán todo lo bueno que Dios nos da, pero al pasarse al camino del mal, lo bueno se detiene y comienzan a pasar cosas malas, por lo que no hay que caer en la tentación del mal para no pasarse de camino, ejemplo de tentación del mal, es cuando nos hacen enojar, la cual es una tentación, por lo que si caemos, estaremos de inmediato en el camino del mal.

Y con esta última explicación, les daré mi relato de lo que viví en estos dos lugares en el orden en que pasaron los acontecimientos.

Cristo en visión diurna viene a mí, y me dice: “cierra los ojos para que veas con claridad lo que te voy a mostrar.

Ahora te mostraré el paraíso y el infierno para que mis hijos sepan que van a experimentar cuando lleguen a esos lugares, pero primero verás el infierno”.

Le dije que tenía miedo que me dejara sola en ese lugar y que no quería tener esa experiencia, por lo que me dijo que no temiera, que en ningún momento me dejaría en ese lugar, porque si Él lo hiciera, yo no podría salir del infierno.

Comenzamos a bajar flotando por una oscuridad hasta llegar a unas gradas de piedra de color café claro (o color teja), hasta llegar a un cuarto donde “La Furia” ( él es el segundo hijo de Dios, quien está solo a cargo de la administración del infierno) estaba sentado en un trono de oro, adornado de lindos rubíes, diamantes y esmeraldas; “La Furia” era un hombre joven musculoso, cuya piel es de color rojo y su cabello abundante es de color anaranjado y un poco ondulado, sus uñas  y dientes eran como las de un perro, sus ojos son de color azul oscuro, que al mirar sus ojos de lejos se ven con una luz blanca en lugar de ojos, usaba sandalias de cuero negro con adornos de oro y piedras preciosas y las uñas de sus pies eran como las de sus manos, por lo que no se veía tan feo a la vista, vestía una enagua de color negro, colocada de manera envolvente, con un largo de la cintura hasta la rodilla y de un material de piel peluda, con unos broches de esmeraldas y pedrería de diferentes colores empotrados en oro, que unían las telas como si fueran botones.  Los humanos lo confunden erróneamente con Satanás, pero no es así, no es un dios que pueda ayudarnos o intervenir de alguna manera en nuestras vidas, ya que su única tarea es manejar el infierno, ya que es su reino. Jesucristo hace referencia a “La Furia”, en la parábola del hijo prodigo, cuando se refiere al hijo mayor, quien se queda enojado fuera de la casa del padre y no quiere entrar.

Cuando nos vio, se puso a la defensiva modificando su cabello, el cual se dividió en dos y enrollándose en forma de dos cuernos, sus uñas se trasformaron en garras largas y de color negro, no tenía cola como lo pintan y frunciendo el ceño dijo: “¿a qué vienes aquí?”_ Respondió Cristo: “he venido aquí para que ella vea el infierno, para que dé testimonio de lo que hay aquí” _ y dijo “La Furia”: “¿y para qué?, si aquí han llegado y dado el mensaje y no les han creído y terminan llegando aquí esos que no creyeron”_ pero al instante se quedó pensando por un momento y dijo: “bueno, no tengo nada que perder y muchos que recibir, no importa que vea, así que por lo menos ya sabrán cómo les voy a recibir, para que no se sorprendan cuando lleguen”.

Miré a Cristo como esperando que cambiara de idea y nos fuéramos de ese lugar lo más rápido posible, pero no fue así y lo que le respondió a “La Furia” fue, que Él quería mandar este mensaje a sus hijos y que cuando lo reciban, lo van a creer, es por ellos que mando este mensaje.

“La Furia” soltó una carcajada y dijo: “yo lo que he dicho, es por los míos, que son muchos y que vendrán muy pronto”. Con gesto amable, cambió su apariencia nuevamente a como estaba al principio de mi llegada y dijo: “ven”_ tomó en sus manos un vestido de color negro y rasgado en el borde de la parte de abajo, con mangas largas también rasgadas en el borde del final de la manga, por lo que no se veía muy bonito y como un padre orgulloso que le da un regalo a su hijo; su semblante era agradable, paternal y maternal al mismo tiempo y Cristo con mucho cariño, me quitó el batón blanco diciéndome que tenía que ponerme el vestido que me daba “La Furia”, para que pudiera entrar y sentir lo que sienten las almas cuando llegan al infierno, mientras me decía esto, me quedé desnuda, pero al mirar mi cuerpo desnudo, no sentí vergüenza, me sentía en confianza como si estuviera vistiéndome mi madre; miré que mi cuerpo no tenía órganos sexuales ni ombligo, era como un muñeco de goma, solo eran humanos mi cabeza, brazos, manos, piernas y mis pies.
“La Furia” con una gran sonrisa me puso rápidamente el vestido que tenía en sus manos, por lo que al instante, ya estaba vestida con ese feo vestido, Cristo me dijo que no me preocupara que siempre estaría a mi lado y que no dejaría de verlo a mi lado.

Empezó Cristo a quitar su mano de mi nuca, la cual, en todo momento, Él había tenido puesta, sin producirme ninguna incomodidad; fue quitándola lentamente y de inmediato, comencé a sentir una gran debilidad, por la falta de energía divina, por lo que comencé a perder las fuerzas de mis piernas y cuando estaba a punto de caer al piso sin fuerza alguna, salieron unas cadenas de mi pecho que llegaron hasta el piso, sosteniéndome y sirviéndome de soporte para no caer, por lo que parecía estar encima de las cadenas, hasta llegar a perder las fuerzas para sostener mi cabeza, por lo que solo podía ver mis pies, un poco de mis brazos y las cosas que estaban a los dos lados de mi cuerpo de reojo; de inmediato, me di cuenta con esa vista de mi cuerpo y del suelo, que Cristo había quitado por completo su mano de mi cuerpo.

“La Furia” se puso a mi lado derecho,  de medio lado apenas lo miraba y dijo con un gesto amable: “bienvenida”_  y señaló un camino que llevaba a un gran agujero; no recordaba a nadie de mi familia, en ese momento solo pensaba en mí; para mi mente solo existía yo y me preocupaba solo lo que me estaba pasando y lo que me estaba por pasar.

En ese instante, comencé a sentir el miedo más grande que nunca he sentido en este mundo, era un terror muy grande, una sensación de resignación, esta sensación es como cuando uno se abandona, se rinde, se da por vencido, sin aspiraciones y metas, que merezco estar en ese lugar y una tristeza muy grande, dolor, sed y hambre de amor, esa era mi comida y no la tenía, ni siquiera los insectos que veía me daban eso, ni siquiera los animales, las cadenas se movían como si estuvieran en rieles, sin tocar el piso totalmente y a medida que me iba acercando al agujero, grandes cantidades de moscas y toda clase de insectos se dirigían hacia mí, podía ver los pies de Cristo a mi lado y me consolaba el hecho de que no se había ido de mi lado; al ver con dificultad ese enjambre de insectos que venían hacia mí, pero lo que no me esperaba, era ver como el piso se llenaba de una manada de ratones y todo tipo de animal roedor, los cuales no quería ni ver del puro miedo que tenía, pero era imposible, no podía cerrar los ojos, ya que no tenía parpados, por lo que no podía cerrarlos; solo me resigné y esperé el golpe de la ola de insectos y animales pequeños que venían con gran júbilo hacia mí y deseando alimentarse de mi cuerpo; el olor era como azufre, mezclado con carne en descomposición y estiércol, por decir un olor similar para describirlo, el aire era doloroso para respirar, pues me quemaba la nariz por dentro, provocando una sensación quemante en la piel, era como respirar sal con la piel de la nariz quemada; el clima era húmedo, pero uno sentía esa humedad como la sensación que da la saliva en la piel o sea como que esa agua fuera babosa o gelatinosa; los animales comenzaron a subir por mis pies, hasta terminar en mi cabeza, podía sentir como me picaban y como me estaban comiendo; se formaba en mi piel grandes llagas llenas de pus y entendí que me estaba atacando una enfermedad distinta cada segundo, provocando grandes llagas dolorosas y purulentas en mi cuerpo, no se puede describir el dolor tan grande, porque dudo que alguien pueda sentir en este mundo tanto dolor al mismo tiempo, el cual provocó que me faltara el aire y se sintiera una náusea espantosa y un ahogo horrible, no podía respirar y sentí una gran angustia, creí que mi cuerpo no iba a resistir y que mi cuerpo mortal iba a morir también, pues pensé que está visión lo afectaría, pero Cristo que estaba a mi lado oyendo mis pensamientos me dijo: “que no tuviera miedo por mi cuerpo, que nada le iba a pasar”_ por lo que me reconfortó sus palabras y acepté su voluntad de seguir en ese lugar.

A medida que me ahogaba, sentía los gusanos moverse en mi estómago y llegar a mi garganta, provocando la total asfixia y en ese momento, sentí un poco de fuerzas en mi diafragma, por lo que pude recoger esas fuerzas para hacer el esfuerzo de respirar y lo que hice fue vomitar gusanos, los cuales salieron de mi boca como un gran chorro de agua, el impulso del vómito, levantó mi cabeza y provocando que al jalar aire, diera un gran grito, que se interrumpía con la salida de los gusanos de mi boca, era como gritar con agua en la boca, miré hacia arriba y vi la luz de Dios Padre, era hermosa y daba una resignación que confortaba y llenaba de tranquilidad, con un calorcito delicioso, que solo duraba el momento en el que salían los gusanos de mi boca, podía oír los gritos de los que estaban condenados a permanecer ahí, con lo que me sentía acompañada al escuchar sus gritos, pero lo malo era que no me importaba ni me interesaba verlos y era con ese grito, como un saludo de lejos, para aquel que gritaba y principalmente para Dios, para que Él me escuchara y supiera que yo estaba ahí, aunque no recibía respuesta alguna; volvía a mí, una y otra vez, la sensación que merecía estar ahí y de resignación de dejarme caer o rendirme y de nuevo me quedaba sin fuerza alguna en mi cuerpo.

Cuando por fin llegué al borde del agujero, sentí un gran vértigo y una sensación horrible de que caería de golpe al fondo del agujero, pero no fue así, las cadenas me iban bajando lentamente por el agujero.

Podía ver en el fondo a una persona que emitía una luz tenue en todo su cuerpo, que tenía cadenas, esa persona era gigantesca, tanto así que estaba en lo más profundo del infierno, yo calculo que era en el final de los niveles del infierno, ese ser gritaba muy horrible y de manera diferente a los que estábamos ahí, gritaba de manera rabiosa y daba una sensación de que ese ser era muy malo y traicionero, por lo que pensé: ¡que no lo suelten! no quiero que esté cerca de mí, ¡que no me vea!, no quiero ni que oiga mis gritos, para que no sepa que estoy aquí, que no se alegre de mi presencia, ni que se sienta acompañado, le tenía miedo; a decir verdad, le tenía miedo a todo, sentía un gran delirio de persecución, ese que estaba en el fondo del infierno era el único que podía decir que me provocaba odio y le dije a Cristo: ¿quién es ese que está en el fondo del infierno? Y me dijo: ese es Satanás, el que me traicionó; por lo cual queda aclarado que este ser, no tiene ningún tipo de autoridad en el infierno, ya que él no es justo a diferencia de “La Furia”, quien es un hijo de Dios que está a su servicio, por lo cual imparte el castigo divino en el infierno, pues es su reino.

A ese ser, seres marinos parecidos a las medusas, se subían por su cuerpo causándole gran dolor y otras cosas que se veían muy asquerosas, porque eran de formas babosas y de color verde oscuro, apenas se notaban en esa oscuridad; su cuerpo se recostaba en un madero que formaba una T, el madero horizontal no estaba clavado al vertical, por lo que esa madera estaba ahí sin estar forzada a esa posición, cuando aquel ser brillante vomitaba se recostaba al madero, este se abría como un puerco espín, solo que sus púas eran astillas, que se veían como agujas o espinas muy filosas, que se clavaban en su cuerpo y ese ser, se movía con gran furia en el madero mientras gritaba y “Las Furias” (quienes son hijos de “La Furia Mayor” antes mencionada) lo latigaban con distintos tipos de látigos, lo punzaban y cortaban con lanzas, para despegarlo del madero; del suelo se abrían grietas que tiraban ácido y fuego, generándole grandes quemaduras y dolor.

Seguí bajando y podía ver en las cuevas, como las almas de las personas servían de alimento para las aves de rapiña grandes y pequeñas, por lo que le pregunté a Cristo en cada cueva que veía, ¿es aquí donde voy a ver? Y me respondía: “no, solo observa de lejos”_ por lo que vi distintos castigos en las diferentes cuevas que estaban en la pared de aquel pozo de paredes de piel negra, pues las paredes parecían piel y las cuevas los poros de esa piel; mientras iba bajando, vi las almas siendo atacadas por distintos tipos de animales voladores desconocidos para mí y reptiles, que en cada cueva, eran cada vez más grandes, por lo que me daba miedo de lo que me esperaba experimentar cada vez que bajaba más profundo del pozo, pues sabía que en alguna de esas cuevas me tocaba entrar; vi también que las almas, las metían en celdas y que grandes garras salían de la oscuridad de la celda y los atacaban comiéndoselos una gran cabeza monstruosa con grandes dientes y finalizando con una gran ráfaga de ácido y fuego,  hasta que terminaba su castigo y las “Las Furias” los sacaban y los llevaban al fondo de la cueva donde los esperaba otro castigo; fuimos bajando hasta que por fin llegamos a una de las cuevas y me dijo: es ahí que te toca ver, yo solo pensé: “Cristo que se haga tu voluntad”, a pesar de que me moría del miedo por lo que vería en ese lugar; en ese momento, nos salieron al paso “Las Furias”, ellos eran más jóvenes que “La Furia” que nos recibió al principio de mi relato, pero igualmente tenían sus mismas características, solo que eran menos anchos de torso, por lo que se complementaba con su cara juvenil; ellos saludaron a Cristo con una reverencia y al verme se enojaron y dijeron: “¿porqué la traes aquí, todavía no es su hora? ¡Espero que tampoco vengas a llevarte a alguno de aquí, como lo hiciste la primera vez que llegaste!”_ Cristo dio una risa pequeña y dijo: “la traigo aquí para que vea y dé testimonio de lo que ella vea aquí”_ “Las Furias” avergonzadas dijeron: “pues que pase, pero no puede entrar mucho, pues solo los condenados pueden llegar a entrar a sufrir los castigos que están en este sector”_ Cristo les respondió: “que no entraría más de lo necesario”_ por lo que dieron un espacio para que pasáramos Cristo y yo, entramos a ese lugar estrecho en el principio, pero más abierto al pasar un corto trecho; pude ver los otros condenados, todos estaban uno al lado del otro en varias filas, ninguno sabía que estaba junto a otro, todos se sentían solos y lo supe porque me transmitían ese pensamiento, por lo que pude saber su condición en ese lugar, ya que estaban en diferentes dimensiones cada uno.

Cristo los saludó y les dijo: “la paz sea con ustedes”_ por lo que las serpientes gigantes que se comían sus cabezas a mordiscos, los soltaron, al instante, con grandes dolores, esas cabezas se regeneraban; Cristo levantó poco a poco sus brazos y todos los insectos, animales y otros seres que nos comían, se fueron saliendo de nuestros cuerpos, al tiempo que nuestras cabezas se iban levantando, pero no por nuestras propias fuerzas, sino como cuando alguien te toma de la barbilla y te levanta la cabeza cuando la tienes mirando hacia el suelo, por lo que dejé de ahogarme y sentir tanto dolor, por lo que pude ver a todos los que estaban en ese lugar; una de las almas que estaban en ese lugar, quedó un poco fuera de la fila por los movimientos tan bruscos del ataque de los animales, por lo que una de las “Las Furias” dijo: “ella vino a ver, yo le enseño”_ por lo que tomó un palo y le dio un garrotazo al que estaba fuera de la fila, acomodándolo en fila perfecta, o sea, en su lugar, por lo que entendí que ellos les pegaban, no por el placer solamente de pegarles, sino que era como el vaquero, que arreando el ganado, enfila el ganado al sendero, para llevarlo al corral, utilizando diferentes instrumentos, los cuales son por ejemplo: látigos, varillas o chuzos, entre otros.

“La Furia” que le pegó al alma descarrilada del sendero asignado, volvió a su sitio con las otras “Furias” diciendo con tono de disculpa, que solo me estaba mostrando como los acomodaba y sonreía nerviosamente, con una mirada profunda y maliciosa.

Todos estos acontecimientos pasaron muy rápido, mientras observaba a los que estaban allí, ellos tenían sus ojos brillantes, eran solo una bola de luz en lugar de ojos, sin parpados y sin cabello, con su boca abierta y babeante, pero en el momento que los miraba, todos ellos dijeron a un tiempo: merecemos estar en este lugar; a Cristo le corrió una lágrima por su mejilla y me dijo: “ya has visto suficiente, vamos para que sigas observando”_ yo sentí como si me hubiera ganado la lotería, de la alegría que sentí, mientras Cristo llevaba su mano a mi cuerpo, comenzamos a retroceder muy rápidamente y mientras retrocedíamos, vi como sus cabezas volvían a bajar y los animales volvían a subir a los cuerpos de los condenados y los grandes animales a alimentarse de ellos y vi de lejos otro castigo, donde estaba una enorme pantalla de televisión por así describirlo, donde se veían múltiples cuadros, en los cuales se veían los familiares de los condenados cometiendo pecados, por ejemplo, uno de los pecados que los familiares cometen, es pedir a los familiares muertos ya que los familiares de los muertos no saben donde están, porque el que está en el cielo no lo perjudica en nada, pero el que está en el infierno sí le perjudica, porque cuando una persona le pide por medio de un rezo a ese familiar muerto un favor, lo está endiosando, entonces en ese momento, los condenados recordaban y lloraban por sus familiares, pues parte de su castigo era ver esas pantallas, las cadenas se movían de manera que el cuerpo quedara casi en pie, las personas miraban y lloraban, cuando de repente una grieta en el suelo se abría y salía de ella fuego y ácido, quemándolos y provocándoles gran dolor y sufrimiento, para luego volver a la posición horizontal habitual, ya que ellos permanecen acostados, mirando hacia el suelo, entonces las furias les decían: "este castigo es para que recuerden que no pueden hacer nada por nadie porque no son dios" lo cual anunciaba el termino del castigo y haciendo que olvidaran a las personas que vieron en las pantallas y sus cadenas los hacían moverse a su nuevo castigo, por lo que entendí que no hay un solo castigo si no que hay muchos por un camino largo y eterno en círculo; todo esto lo supe, porque me transmitían sus pensamientos por la voluntad de Cristo.

Llegamos arriba donde estaba “La Furia”, donde nos esperaba con una gran sonrisa que daba miedo, con gran impaciencia, levanté los brazos para que “La Furia” me quitara ese vestido y Cristo me pusiera el suyo, yo sentía que le devolvía el vestido a “La Furia” y con una sonrisa le agradecí que me prestara el vestido y de inmediato me respondió “La Furia”: “no hay nada de que agradecer, este vestido es tuyo, aquí te estará esperando si elijes venir aquí, por lo que te estaremos esperando”_ por lo que sentí un gran escalofrío de horror y al instante respondí que no elegiría nunca venir a ese lugar, por lo que me respondió: “aún tienes tiempo para elegir”_ riéndose con gran burla y alegría, lo miré con desagrado y pensé que tenía razón, no porque yo dijera que no elegiría ese lugar, ya estaría a salvo de llegar ahí, ya que Pedro le dijo a Cristo que no lo negaría y terminó negándolo, así que el destino de mi vida dependería de mis acciones y obediencia a Dios y su Palabra que nos vino a dar; todo esto pasó mientras Cristo me ponía el vestido blanco, Cristo me miró y me dijo: “no temas Yo siempre estaré contigo, así como lo estoy con todos mis hijos y cuando me busquen me encontrarán junto a ellos, para llevarlos a mi reino”_ me dio una gran tranquilidad y “La Furia” se le quitó su sonrisa y se quedó seria; me acomodé al lado de Cristo y como no nos íbamos de ahí, me puse a observar con detenimiento el lugar, como cuando uno sale de un lugar a donde no piensa volver y pude ver la parte de arriba donde estaba la luz de Dios Padre y a un lado cerca de la luz pude ver un precipicio, donde como gotas de agua de color negra, caían las  almas al infierno, eran muchas y donde iban cayendo, de repente se desprendía una pequeña luz de la gran luz de Dios Padre y se metía en algunas de las almas que caían y esas almas volvían por donde vinieron y desaparecían de mi vista, entonces le pregunté a Cristo, el porqué sucedía eso y me explicó que Dios les daba a esas almas la oportunidad de volver a la vida y arrepentirse, dándoles más tiempo de vida, pues si llegaban hasta el agujero ya no podrían devolverse, entonces le pregunté de las experiencias vividas de las personas que iban al infierno y resucitaban, me respondió, que esas personas, lo que narran es lo que están sufriendo en el momento que caen, pues en el momento que van cayendo ellos comienzan a vivir lo que van a sufrir en el lugar de castigo, en el futuro, como una preparación de lo que les espera, hasta que Dios Padre decida si les da más vida o no.

Comenzamos a subir y vi el lugar del camino del cielo y el infierno, hay dos senderos, en uno hay grandes árboles, semejante a un bosque lleno de luz, con grandes plantas cuyas flores tiraban un polen luminoso, que curaba de las enfermedades a las personas, por lo que asumí, que ese era el camino del cielo y el otro camino que es un lugar oscuro lleno de demonios; ellos eran como los que dibujan en los animes, o como los monstruos de las películas de terror, les tiraban gases enfermándolos, los punzan y torturan las almas, los demonios tiran piedras a las personas que van en el camino del bien, le pregunté a Cristo que eran esas piedras, Él me dijo que eran piedras de tropiezo, o sea, tentaciones; esas tentaciones son las que hacen que las personas cambien de camino si caen en la tentación del pecado, pero vi muchos que a pesar de los golpes de las piedras no se movían del camino del bien, por lo que Él me dijo: “esos son los que a pesar de las adversidades y tentaciones del mal, siguen perseverando y siguen en el camino del bien”, también vi, muchos que se arrepintieron en el camino del mal y se pasaron al camino del bien, por lo que Cristo me dijo, todos tienen derecho a arrepentirse e ir por el camino de la salvación, pues todos tienen tiempo hasta el momento del final de su vida, pues cuando están en el camino del bien, todo les sale bien, pero cuando caen en el camino del mal con la piedra de la tentación, comienzan a sufrir los males que da ese camino y si no se arrepienten, culparán a Dios y no se cambiarán de camino.

Pude ver que al final del camino, llegan a una antesala donde las personas llegan al final de su vida y se transforman en bebés, unos bebés son brillantes que son los que van al paraíso y otros oscuros que son los que van al infierno, Cristo los recibe y los toma en sus brazos;  cuando los bebés son salvos, Él les da su vestido blanco y los deja en la puerta del paraíso, donde automáticamente crecen hasta el tamaño de un niño de tres a diez años y ese niño sale caminando solo hacia adentro, donde se oyen gritos de júbilo de las otras almas infantiles que vienen a recibirlos; los bebés que son color oscuro, ellos se ven en sus brazos como si estuvieran muertos, ya que no se mueven ni emiten ningún sonido, por lo que de inmediato llega “La Furia” y arrebata de los brazos de Cristo aquel bebé y mientras de sus ojos emanan lágrimas, deja que “La Furia” se lleve al bebé, por lo que “La Furia” se aleja diciendo: “este es mío”_ y acercándose al precipicio le pone el vestido oscuro y lo deja caer diciéndole: “bienvenido”_ y el alma condenada comienza a gritar mientras cae del precipicio y comienza a crecer tomando una forma adulta, pero joven, aunque sus rasgos no se aprecian mucho, debido a la falta de luz en su cuerpo.

Comienza mi relato del tiempo que pasé en el paraíso.


Ap 21:3-5 (NBJ)
(Ap 21:3 [NBJ])
Y oí una fuerte voz que decía desde el trono: "Esta es la morada de Dios con los hombres. Pondrá su morada entre ellos y ellos serán su pueblo y él, Dios - con - ellos, será su Dios.

(Ap 21:4 [NBJ])
Y enjugará toda lágrima de sus ojos, y no habrá ya muerte ni habrá llanto, ni gritos ni fatigas, porque el mundo viejo ha pasado."

(Ap 21:5 [NBJ])
Entonces dijo el que está sentado en el trono: "Mira que hago nuevas todas las cosas." Y añadió: "Escribe: Estas son palabras ciertas y verdaderas."



Empezando mi relato del paraíso, Cristo me mostró una linda oficina de color blanco, tanto el piso como las paredes, emitían una luz blanca,  también habían unas ventanas, en las cuales se veía la tierra, otros planetas y la galaxia; eran como pantallas de televisión con muchos canales que se pasaban solos; en el centro del lugar tenía una gran mesa o escritorio, donde tenía maquetas y una caja pequeña con tierra; le pregunté qué eran esos objetos, por lo que me dijo que la maqueta, eran planetas que Él creaba y la caja con tierra era donde Él escribía, pues Él no escribe en papel o pergaminos.

Describiendo a Cristo físicamente, Él es alto pero no puedo calcular su altura, también cambia de tamaño según la ocasión, puede ser gigantesco, su cabello es rubio pero emite un brillo dorado, es largo por los hombros y ondulado, tiene una barba no muy larga y del mismo color del cabello, sus ojos son azules y emiten una gran luz segadora, en sus muñecas se ven las marcas de los clavos, al igual que en sus pies donde se une el empeine con la tibia, usa unas sandalias de oro, ya que tiene el color dorado, pero no podría decir con certeza el material de la sandalia porque brillan, también usa un batón largo hasta los pies y con mangas largas, por que apenas se aprecian en los movimientos que da, las marcas de la crucifixión y la tela de su vestimenta es de color blanco.

De un lado de la pared, se abrió una puerta y me dijo: “ven conmigo y entra al paraíso, de ahí en adelante te guiará Dios Padre, solo tendrás un tiempo límite para estar allí y luego tendrás que volver cuando yo te diga, por lo que observa todo lo que puedas y no pierdas el tiempo, para que puedas observar el mayor número de cosas, para que se las cuentes a mis hijos”.

Yo entendí que, aunque me quisiera quedar, no podría, por lo que me di a la tarea de observar con detalle todo lo que podía, porque sé, que todos los que lean mi historia, tienen ya muchas preguntas de este lugar.

Me sentí como una niña; Cristo me tomó en sus brazos y me llevó hasta la puerta, donde me dejó en la entrada; en ese momento vi a Dios, era un hombre hecho de una luz amarilla, sentado en un trono dorado y ese trono estaba vivo, porque se movía poniendo cómodo a Dios en cada movimiento que daba; Él estaba rodeado de jóvenes, de quienes me pregunté en mi mente quiénes serán ellos y respondiéndome Dios dijo: “que ellos son los ancianos, porque siempre han estado con Él, que ellos son los ángeles que no se rebelaron”_ luego  Él dijo: “bienvenida a tu reino prometido, todo lo que hay aquí te pertenece y sobre todo lo que está aquí, tú mandas”_ dándome un nombre nuevo, me dijo: “te asigno un nombre nuevo porque nueva criatura eres como todos los demás que han entrado al paraíso”_ ese nombre no lo puedo dar a conocer, porque lo dijo en un idioma desconocido para que no lo dijera, lo entendí en el momento que lo dijo, pero ahora lo olvidé y solo recuerdo el idioma en que lo dijo, el cual no tengo tanto recuerdo como para poder pronunciarlo o escribirlo; le dije que ese lugar estaba lleno de almas, que parte mandaría yo y me dijo: “que todo el paraíso estaba separado por dimensiones; cada dimensión es un reino que le pertenece a un alma, por lo que nadie mandar en tu reino”.

Era increíble, todo lo que veía era mío y nadie me iba a mandar, nadie estaba por encima de mí, solo Dios Padre era el único que me iba a mandar, en ese lugar solo "Padre" se le llama a Dios, por lo que el afecto que se le tiene es familiar, todo lo que el Padre transmite es amor, paz, tranquilidad, valor y mucha fuerza; puedes sentir el poder que emite el Padre; es como una sensación de que nada te falta, una sensación deliciosa que solo deseas quedarte viéndolo constantemente y cuando te mira, es una sensación de felicidad absoluta que no puedo describirla ni compararla con nada, pues, aunque he tenido muchos momentos de felicidad y alegría, no puedo decir que puedo comparar esa felicidad con algún acontecimiento que haya tenido, pues esa felicidad es perfecta como lo es Dios Padre.

Pregunté que si reconocería a mis familiares y Cristo que apareció de repente a mi lado, me dijo que solo reconocería a los salvos, pero que en el paraíso todos eran hermanos, por lo que ahí no había distinción familiar, por lo que al dar mi primer paso en el paraíso, olvidé a todos mis familiares, ni sentía curiosidad de quién vería conocido en ese lugar.  En un instante, me vi rodeada de muchos niños de diferentes tamaños; yo era alta por lo que no habían niños más altos que yo, pero si del mismo tamaño, no me sentía más que ninguno; ellos me tomaban de las manos y me halaban hacia adentro diciéndome: “que alegría, te estábamos esperando para que vinieras a jugar con nosotros, te vas a divertir mucho aquí, todos jugaremos contigo y te enseñaremos nuestras casas”.

Dios de repente, con voz firme y amorosa a la vez, dijo: “ella no viene a jugar con ustedes todavía, su cuerpo mortal no ha muerto, aún no es su tiempo, ella viene a observar, déjenla caminar sola para que pueda hacer su trabajo”_ los niños me soltaron y sonrieron; me dijeron que viera todo con mucho detalle, para que le contara a todos cuando volviera, para que lleguen muchos de los que están fuera del paraíso, para que vengan al paraíso a jugar con ellos, que aquí los van a estar esperando para recibirlos y desaparecieron, dejándome ver la inmensidad de un hermoso paisaje.

Dios me dijo que cuando quisiera estar sola en mi mundo, lo podría estar y cuando quisiera estar acompañada, que los mundos se unirían y que estaría con todos los demás niños, que yo mandaba sobre ese mundo y podía dirigirlo a como yo quisiera, podía cambiar las posiciones de las plantas, montañas y ríos, podía dirigir la ruta de todos los animales y darles un sitio.

Yo levitaba, porque mis pies no tocaban el suelo, el pasto o grama me acariciaba los pies, la energía que emitía me daba un masaje en los pies que hacía confortable pasearme por el lugar.

Había flores de múltiples colores, árboles gigantescos llenos de frutos redondos y coloridos, todas las plantas y árboles tienen vida, por lo que todo lo que tocaba hablaba conmigo telepáticamente, ofreciéndome sus frutos y aromas; de los ríos y lagos pude tomar también alimentos, pero no eran peces, sino que frutos que daba las plantas del agua y el agua en sí, producía un fruto blanco, el cual eran bolas de energía, que se formaba de la energía de la corriente de agua; las montañas emiten un sonido vibrante, y da la impresión, que se tambalean cuando emiten ese sonido, como si rieran; al fondo pude ver que había un mar, con todo tipo de animales marinos, los pude ver, porque tanto en el río como en el mar, podía entrar y ver lo que había en el fondo, todo lo que estaba ahí emitía un gran brillo, pues como está vivo, emitía energía, por lo que sus colores eran muy intensos.

También vi mi casa, era muy grande como un castillo, no estaba totalmente terminada, pues aún no había terminado el tiempo de mi vida, por lo que le faltaban muchos adornos y muebles, pero la casa en sí, ya tenía la forma, lo que le faltaban eran los detalles, los cuales son muchos comparándolos con las casas de los demás salvos, cuyo tiempo en la tierra ya finalizó; noté que no habían espejos, ni siquiera pensando en crearlos, en su lugar solo aparecían diamantes formando algo parecido a lo que yo imaginaba que era un espejo, en el cual trataba de mirar mi reflejo y no lo conseguía, solo veía una luz sin forma en el reflejo del diamante, también noté ese mismo reflejo en el agua, no podía ver mi rostro, por lo que me pregunté, el porqué no se veía mi reflejo y de inmediato Cristo me respondió en mi mente, que no existía el reflejo de mi rostro, porque no existía en el paraíso la vanidad, por lo que no habría entre las almas comparación de belleza y forma; vi en mi casa una gran mesa y pensé de inmediato celebrar con una gran cena mi llegada a ese lugar, aunque fuera por corto tiempo, y al momento, la mesa estaba servida con una enorme cantidad de comida y tronos de oro para cada invitado, y al momento se sentaron todos los niños que aparecieron en mi mesa y me sentí como en una fiesta real; todo lo que comía tenía el sabor que yo quisiera que tuviera y el olor que yo quisiera oler, todo era a mi gusto, todos mis invitados jugaban y corrían por toda la habitación, me contaban de sus casas y me invitaban a ver sus casas y a ver sus animales, por lo que al instante que me invitaban, estaba en sus casas, por consiguiente, pude notar las cosas detalladas que le falta a mi casa, las paredes de sus casas brillaban, con grandes adornos de piedras preciosas, todas las casas estaban construidas a gusto y personalidad de cada persona, por lo que en algunas casas, tenían muchas plantas de adorno en las paredes, esas plantas salían de las paredes, nada estaba en macetas, habían molinos de agua en algunas casas que estaban al lado de un río, en otras los animales de pastoreo pastaban detrás de las casas, nada era igual, todo era diferente, no podría describir tantas casas que vi, porque no podría terminar nunca, todo lo vi muy rápido; los niños me enseñaron como descansaban, si querían se recostaban en el pasto o se subían a un árbol, o entre los animales, todo sin tocar el suelo, si querían una tela la tenían al momento y la colocaban en el piso de la casa y se recostaban en ella o jugaban con ella, tirando de la tela como si fuera una cuerda.

Los niños, por así decirlo, no se clasificaban en niño o niña, todos tenían distinto rostro, pero no era distinguible si eran de niño o de niña, sus cabellos eran de distintos colores, pues cada color del cabello, correspondía a un poder distinto de creación, pues todos los que están en el paraíso participan en una parte de creación de planetas nuevos, estrellas y galaxias, por eso lo distinto del color de sus cabellos; cuando no me sentía totalmente feliz, porque estaba consciente de que tenía que aprovechar totalmente mi tiempo para observar, porque sabía que no me quedaría, por lo que tenía que despedirme de los niños y decirles que necesitaba observar más y si me quedaba con ellos solo vería juegos y algunos detalles de sus mundos y yo tenía la misión de verlo todo, por lo que los niños me tomaban de la mano y me rogaban que no me fuera que me quedara a jugar con ellos, pues se estaban divirtiendo mucho, al tiempo que apareció Cristo y les dijo a los niños que yo estaba ahí para observar y que jugaría con ellos en otro momento, por lo que los niños sonrientes se despidieron de mí y desaparecieron, Cristo me dijo: “aún te queda mucho que ver”_ y salió volando hasta una montaña que estaba cerca junto a la montaña donde estaba el trono de Dios Padre, Cristo se paraba en la parte más alta de la montaña y de repente abría sus brazos, por lo que entendí que seguía recibiendo las almas salvas que venían para el paraíso, pues a lo lejos se oían los gritos y risas de júbilo cada vez que Cristo abría sus brazos.

Miré a Dios Padre y le pregunté que si podía acercarme a Él y tocarlo, aprovechando de que ahora estaba tan cerca de Él y en un instante, estaba en los brazos del Padre, puedo decir que esa fue el mejor momento de estar ahí, el Padre puso su mano en mi cabeza y la acariciaba y me arrullaba como a un bebé, se sentía su amor y su energía protectora, que toda preocupación de volver se me olvidaba, estaba tan feliz y cómoda que no me interesaba volver, me sentía con tanta energía y fuerzas inyectadas por Él en cada caricia, que me sentía muy alegre y descansada, por lo que el Padre me dijo que me faltaba mirar las montañas, que fuera y cambiara lo que no me gustara, de inmediato con una gran voluntad y felicidad de que me hablara, fui corriendo a hacer a la montaña lo que me dijo.

Me fui, literalmente, volando hasta las montañas, donde pude observar distintos animales que disfrutaban del lugar corriendo de un lado a otro sin peligro alguno; noté hermosas aves en el cielo; las nubes podía moverlas donde yo quisiera y podía cambiar las estaciones climáticas a mi antojo, por lo que podía hacer llover o nevar y que estuviera soleado, noté que no existía en ese lugar la noche, la luz provenía del cuerpo de Dios y de donde quiera que yo estuviera, podía verlo sentado en su trono, se levantaba solo en pequeñas ocasiones que lo vi, para ordenar alguna cosa que se hiciera, vi todos mis animales y les ordené ir a donde yo quisiera, les mandé a los árboles y plantas a colocarse de manera de hacerles un lugar bonito para pastar y Dios me mostró señalando, que en el centro del paisaje que estaba viendo, había un anfiteatro, el edificio era redondo y brillaba; al acercarme al edifico, noté que todas las dimensiones del paraíso se unían, formando en sí una gran ciudad con la vista de todas las casas de las almas, era muy bella; al entrar al anfiteatro, pude ver que se componía de un escenario redondo y una gradería que lo rodeaba, al sentarme en uno de los escalones, de repente, en el centro del escenario, apareció Cristo y me dijo que ese lugar era donde Él da sus enseñanzas y que en ese lugar venían las almas del paraíso y también algunas almas de la tierra, que llegan ahí en sueños o en visión, para recibir los mensajes de sabiduría que Él da para todos, comenzó a predicar y el piso donde estaba Él, se puso trasparente y se mostraba las cosas que iba relatando, en ese momento relataba la vida del universo y los miles de planetas que hay y que en ellos hay vida, esos lindos paisajes eran muy bellos y hacían que su explicación fuera aún más tangible, al terminar la charla, el piso volvió a su estado original y Cristo desapareció, haciendo que todos se levantasen de sus lugares y se fueran. 

Salí de ahí y en ese momento se terminó mi tiempo en ese lugar, Dios y Cristo me llamaron a la puerta y me dijeron:  “tu misión ha terminado”_ pensé en despedirme de todos los niños y aparecieron de inmediato en ese lugar, me despedían diciendo te esperamos, vuelve pronto y jugaremos todos contigo y haremos fiestas, les agradecí y me despedí del Padre dándole un gran abrazo y me dijo: “dile a mis hijos que los amo y que los veré aquí pronto, siempre estoy con todos dándoles lo que necesitan”_ me despedí de Él y le dije que lo haría con mucho gusto, volví al lado de Cristo, quien puso su mano en mi hombro y me llevó a la oficina, en donde volví a crecer y ser adulta, recordando toda mi familia y me dijo: “siempre estaré con todos ustedes hasta el fin de sus días”_ y colocando su mano en frente a mi rostro, volví a mi cuerpo completamente finalizando la visión.

Comentario final:
Todo aquel que se adjudique esta visión como suya para predicarle a otros con fin de darse importancia ante otros, lo que obtendrá es maldición, pues los comunicados que da Dios Padre, es para salvación de las almas y no para figurar u obtener algún beneficio material, ya que Él elije, según su sabiduría divina, quien debe transmitir sus mensajes a la humanidad.

Lo que pretendo, es que comparen y aprendan este mensaje y sea transmitido a su prójimo, ya que es la voluntad del Padre.